La evaluación, que podría culminar en la paralización del proyecto, destaca la falta de conformidad con los polígonos de desarrollo energético de la región y plantea serias preocupaciones sobre el impacto acústico en fauna y la interferencia en observatorios astronómicos.
El futuro del ambicioso megaproyecto de hidrógeno y amoniaco verde INNA, liderado por AES Andes con una inversión estimada de US$10.000 millones, pende de un hilo tras la evaluación ambiental crítica que se lleva a cabo. Este lunes, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de Antofagasta debe emitir su resolución sobre la continuidad de la iniciativa, en medio de serias dudas planteadas por la Seremi de Medio Ambiente y una parte de la comunidad científica.
La evaluación se encuentra en un momento decisivo; el SEA podría emitir un Informe de Requerimiento de Información Esencial (IRE) por la falta de datos necesarios en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Tal informe podría resultar en la terminación anticipada del proceso de evaluación, lo que representaría un golpe devastador para el proyecto INNA. En contraste, el SEA también podría optar por avanzar a la siguiente fase y emitir un Informe Consolidado de Solicitud de Aclaraciones, Rectificaciones y Ampliaciones (Icsara), permitiendo a AES Andes abordar las inquietudes planteadas por los organismos técnicos y continuar con la tramitación.
El informe más crítico provino de la Seremi de Medio Ambiente de Antofagasta, bajo la dirección de Gustavo Riveros Adasme, quien argumentó que el proyecto no se encuentra dentro de los polígonos de desarrollo energético previamente definidos para la región. "El proyecto en evaluación no se encuentra inserto en ninguno de los polígonos definidos por el Plan de Desarrollo Energético (PDGE) para la provincia de Antofagasta, por lo que no tiene una relación directa con la sustentabilidad del territorio", señala el informe. En consecuencia, se solicita que se presenten alternativas de ubicación más adecuadas.
Entre las exigencias adicionales del informe, se incluye la necesidad de realizar nuevas evaluaciones sobre el impacto acústico en la fauna nativa y marina, las emisiones de luminosidad artificial que afectarían observatorios astronómicos, y una revisión detallada de los modelos de dispersión de contaminantes utilizados en el estudio.
La comunidad astronómica ha expresado su preocupación, especialmente a raíz del posible impacto en el Observatorio Paranal, administrado por el Observatorio Europeo Austral (ESO). La Sociedad Chilena de Astronomía (Sochias) emitió un comunicado el viernes pasado, manifestando que las observaciones del Ministerio de Medio Ambiente son lo suficientemente graves como para recomendar la finalización anticipada de la evaluación ambiental del proyecto INNA.
AES Andes, por su parte, defiende la viabilidad del proyecto, asegurando que la documentación presentada satisface todas las normativas vigentes. “Hemos presentado un Estudio de Impacto Ambiental robusto que aborda los impactos significativos y no significativos del proyecto de acuerdo con la legislación vigente”, afirmaron desde la compañía.
La decisión ahora recae en Tomás Ballesteros, director (s) del SEA de Antofagasta, quien asumió el cargo de manera interina tras la controversia que rodeó la salida de Ramón Guajardo, quien había ordenado la terminación anticipada de otro proyecto considerable, la Central de Bombeo Paposo de Colbún.
Si Ballesteros opta por emitir un IRE y cerrar el proceso de evaluación ambiental, el futuro de INNA podría quedar en suspenso indefinidamente. En cambio, si decide avanzar en el proceso, AES Andes tendrían la oportunidad de responder a las observaciones y seguir con la tramitación del megaproyecto, que busca posicionarse como un líder en la producción de hidrógeno verde en Chile y a nivel global.
Con el vencimiento del plazo este lunes, la decisión del SEA será crucial en definir si el megaproyecto INNA puede seguir adelante o si enfrenta un final abrupto.
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